La finalidad que persigue el tomador de una póliza de seguro es cubrir el riesgo de un posible evento dañoso. En el supuesto de que finalmente se produzca el riesgo asegurado, la compañía deberá responder dentro de los límites pactados. Sin embargo, con frecuencia ocurre que aseguradora y asegurado no se ponen de acuerdo sobre el importe de la indemnización que corresponde percibir o sobre quien deba abonarla (la compañía aseguradora o un tercero).
Por otro lado, un particular o una empresa pueden verse perjudicados por eventos que resultan indemnizables, como por ejemplo un peatón en un accidente de tráfico, el propietario de un inmueble que sufre un recalo de otra vivienda o un paciente que se somete a una intervención quirúrgica con un resultado indeseado.
En estas situaciones es imprescindible contar con un asesoramiento letrado que permita al asegurado obtener una completa reparación del daño sufrido, tanto físico y moral como material, y obtener el máximo capital pactado. En nuestro bufete llevamos más de cincuenta años negociando y defendiendo en los Tribunales los intereses de nuestros clientes cuando se producen estos desagradables eventos, siendo los más frecuentes accidentes de tráfico y daños en inmuebles.
NOTA: es muy frecuente que las pólizas de seguro incluyan una cláusula de defensa jurídica, en cuyo caso una parte o la totalidad del importe que deban percibir abogados y demás profesionales que intervengan en su defensa correrá a cargo de la compañía aseguradora.